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Ucrania puede ser nuclear si Trump los abandona

Foto del escritor: Esteban RománEsteban Román



Ucrania pudo ser una potencia nuclear hace 30 años, pero renunció a sus ojivas, a sus misiles intercontinentales y a sus bombarderos porque confió en Rusia. Un error que no volverá a repetir. 


Cuando la Unión Soviética se disolvió, en 1991, Ucrania se quedó con el que entonces era el tercer mayor arsenal nuclear del mundo, con más de mil ojivas, sólo por detrás de Estados Unidos y Rusia. No solo era eso, tenía silos con misiles intercontinentales y bombarderos capaces de lanzar esas bombas. Pero Ucrania aceptó renunciar a ese arsenal, y entregarlo a Rusia, a cambio del inicio de conversaciones para unirse a la OTAN, apoyos financieros para su desarrollo y de la firma de un tratado de no agresión con Rusia. 


Fue obvio en 2014, cuando Vladimir Putin invadió Crimea, que las promesas y los tratados con Rusia no valen nada. Por eso Polonia, Bulgaria, Estonia, Latvia, Lithuania, Romania, Eslovaquia y muchos otros países sí se unieron a la OTAN en estos últimos 25 años. Saben que es ingenuo confiar en Rusia, que en cualquier momento puede invadirlos. 


Razón también por la que Suecia y Finlandia, países que antes estaban escépticos de formar parte de la OTAN, no lo dudaron después de la invasión completa de Ucrania en 2022. Ahora son los más recientes miembros del tratado que estipula que una agresión militar contra uno de sus miembros, es un ataque contra todos.  


Esos países, los que se unieron a la OTAN después de la caída de la Unión Soviética, son los que mejor conocen a Rusia. La han padecido a lo largo de su historia. El cuento de la propaganda rusa de que Estados Unidos forzó la “expansión de la OTAN” es mentira por el simple hecho de que el proceso de admisión al grupo requiere un consenso amplio, no solo aprobado por el Poder Legislativo dentro del país solicitante, sino de todos y cada uno de los miembros existentes. En el caso de las últimas adhesiones, de Finlandia y Suecia, por ejemplo, Turquía tuvo que ser convencida con concesiones de la Unión Europea, para dejar a los países escandinavos entrar a la alianza.


Por eso Zelensky le ha dicho a Trump que solo hay dos formas de garantizar la paz con Rusia: dejar a Ucrania entrar a la OTAN, única forma hasta ahora conocida por los vecinos de Rusia para prevenir una invasión, o desarrollar nuevas armas nucleares. 


No sería difícil para Ucrania. Tienen infraestructura nuclear civil en operación, capacidad técnica -los operadores del arsenal soviético en Ucrania eran ucranianos- y los materiales necesarios para armar una bomba en cuestión de semanas. 


Para muchos, los ucranianos deberían hacerlo ya. Rusia sabe que tienen la capacidad e incluso han acusado, sin evidencias, al gobierno de Zelensky de tener en preparación una “bomba sucia”, es decir, un artefacto relativamente sencillo de hacer solo con desechos nucleares de plantas civiles -que Ucrania sí tiene- y para lo cual no necesitan ayuda externa de nadie.


Sería sencillo detectar si Ucrania tiene ya en su posesión armas nucleares. La Agencia Internacional de Energía Atómica, con sede en Viena, hace inspecciones regulares a Ucrania. Incluso a los aliados de ese país les interesa que los ucranianos no desarrollen esa capacidad. Mientras más países tengan bombas atómicas, más difícil será evitar que los conflictos terminen en una guerra nuclear. Además, el hecho de que cada vez más países posean esas armas reduce el poder relativo de las actuales potencias atómicas, como Francia y Reino Unido.


Por eso Zelensky ha amenazado veladamente a Trump con desarrollar una bomba nuclear si los abandona. Todos pierden en ese escenario. Todos excepto Ucrania, si se le orilla a escoger entre ser un vasallo de Rusia o un paria atómico.


Lo único que detiene a Ucrania, es la posibilidad de que el apoyo occidental logre detener a Rusia eventualmente. No solo eso. Saben que cuando termine la guerra, necesitarán de Europa y de Estados Unidos para reconstruirse. No pueden hacerlo solos. Y construir y usar armas nucleares, los dejaría sin la posibilidad de acceder a ese apoyo. 


Pero saben, por experiencia propia, que eso es mejor que ser dominados por Rusia. 


Lamentablemente, aunque Ucrania nunca desarrolle armas nucleares, la proliferación en el resto del mundo es inevitable. Países como Japón o Polonia, vecinos de China y Rusia, que antes se sentían protegidos por el paraguas nuclear de Estados Unidos, ahora ya saben que no pueden depender de él. No si un presidente como Donald Trump manda la señal de que podría no defender a sus aliados.


Hace unos pocos meses, de hecho, Polonia y Japón firmaron un tratado de cooperación nuclear. El uso civil de energía nuclear fácilmente puede reconfigurarse después para uso militar. Y ambos países han enfrentado a Rusia en guerras pasadas. Saben de que los impulsos imperialistas de su vecino nunca se detendrán. 


China no se detiene. Planea tener mil ojivas nucleares dentro de 5 años, en 2030. ¿Qué van a hacer los países que han sido amenazados antes por la potencia asiática como Australia y Filipinas? ¿Sentarse a ver? ¿Cuando saben que Estados Unidos tal vez no los defienda? 


Cuando menos el ejemplo de Ucrania, de un Estados Unidos y Europa comprometidos en salvarla, podría darle cierta  esperanza a algunos antes de que se sepan, de antemano, abandonados por Occidente.


Así que, por donde quiera que lo veamos, detener a Rusia en Ucrania, con armas convencionales y con sanciones económicas, es la mejor estrategia. No solo para Ucrania. No solo para Europa. Para todo el planeta.

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